Ruptura o lesión de Ligamento Cruzado Anterior

El Ligamento Cruzado Anterior (LCA) es una estructura ubicada en la rodilla, cuya función principal es estabilizar la rodilla, al evitar la traslación excesiva de la tibia hacia delante con respecto al fémur. Una ruptura o lesión de ligamento cruzado anterior interferirá con la biomecánica normal de la rodilla

Este ligamento es activado al darle estabilidad a la rodilla durante los movimientos de corte, quiebre o desaceleraciones forzadas, como comúnmente ocurre al jugar fútbol o esquiar. Esta estructura ligamentaria se lesiona o rompe cuando dichos movimientos superan su acción estabilizadora, o bien, cuando el pie se encuentra apoyando y la rodilla sufre un golpe en la cara externa que ocasione un movimiento de hiperextensión de la misma o que se “doble hacia adentro”.

Síntomas

Frecuentemente el paciente refiere haber percibido una sensación de chasquido, tronido o crepitación en su rodilla al momento de la lesión de ligamento cruzado anterior. El paciente evoluciona con dolor y sensación de inseguridad en su rodilla al intentar reincorporarse, así como gradual aumento de volumen en su rodilla, el cual puede desaparecer con el paso de los días y reposo, pero la sensación de inseguridad (inestabilidad) persistirá.

Valoración

La valoración clínica es muy importante ya que mediante algunas maniobras se puede confirmar el diagnóstico. La resonancia magnética es un método de imagen que nos ayuda a confirmar el diagnóstico y a descartar otras lesiones asociadas, ya que no es raro que este tipo de lesiones estén acompañadas de lesiones meniscales, condrales (cartílago) o de otros ligamentos.

Tratamiento

No todas las lesiones de LCA requieren cirugía, pero esto requiere de valoración e individualizar el caso. El tratamiento, en caso de ser candidato a cirugía, consiste en reconstruir dicho ligamento con injerto tomado del propio paciente (autoinjerto) como puede ser el tendón de la corva o del tendón patelar (HTH), y la decisión se basa en el tipo de demanda física de cada paciente. En algunos casos se puede indicar el uso de aloinjerto (injerto de cadáver), pero nuevamente depende de las demandas físicas del paciente. La reconstrucción se hace mediante técnica artroscópica y los métodos de fijación al fémur y a la tibia varían dependiendo del tipo de injerto que se haya escogido.

Rehabilitación

La rehabilitación se debe de iniciar de manera inmediata y debe tenerse en cuenta que es una fase importante a llevar a cabo por parte del paciente, ya que sin recuperación del tono muscular será muy difícil que el injerto pueda soportar por sí solo las demandas y puede volverse a romper. El periodo de rehabilitación se lleva a cabo por 6 a 9 meses para poder reincorporarse a la actividad deportiva. Recuerda que el cuerpo tiene un proceso biológico y no depende ni de la calidad de tratamiento quirúrgico, ni del injerto o el cirujano para acortar el tiempo de recuperación. Hasta el momento no hay evidencia de calidad científica que sustente el regreso a la actividad deportiva en un periodo menor a 6 meses. 

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